Es una parte integral del sistema límbico, que participa en la formación y el procesamiento de las emociones,[2]el aprendizaje[3]y la memoria.
[4][5]La combinación de estas tres funciones hace que el giro cingulado sea muy influyente a la hora de vincular los resultados motivacionales con la conducta (por ejemplo, una determinada acción induce una respuesta emocional positiva, que da como resultado el aprendizaje).
[6]Esta función hace que la corteza cingulada sea muy importante en trastornos como la depresión[7]y la esquizofrenia.
Debido a las vías neuronales extensas que comparte con otras regiones cerebrales, la corteza cingulada se puede considerar un centro de integración de emociones, sensaciones y acción.
Además, por los circuitos neuronales que comparte con el hipocampo y la amígdala, se cree que la corteza cingulada tiene un rol en la consolidación de la memoria a largo plazo y el procesamiento de los estímulos emocionalmente relevantes, respectivamente.