La historiografía científica moderna, sin embargo, no considera que hubiera unas verdaderas Cortes dignas de este nombre, con sus funciones y estatuto, hasta 1211, en Coimbra.
En esas "cortes", los representantes del condado, haciendo uso de su soberanía popular (siglos más tarde este principio se conocerá como poder constituyente) habrían elegido al joven infante como su rey y establecido leyes para regular la sucesión dinástica de Portugal.
Por esas normas, las mujeres tenían derechos de sucesión pero no podían casar con extranjeros.
Con este documento se demostraba que Portugal había decidido, en el pasado, ser independiente, y que había elegido como rey al joven D. Afonso Henriques, en su propia sede.
Y aunque fray António Brandão, que más tarde escribió (todavía para legitimar la independencia) su Monarchia Lusytana, sabía perfectamente que el documento era falso, su utilidad para la causa nacional le dio veracidad en su momento.