El convento, de la orden dominica, crece desde finales del XV hasta mediados del XVII, dando como resultado el típico complejo conventual articulado alrededor de patios.
[1] A partir de finales del siglo XVII, comienza a producirse un importante deterioro del espacio conventual, que continuará durante los siglos XViII y especialmente XIX, cuando se producen varias exclaustraciones de las religiosas que viven allí.
Todos estos cambios van afectando a la estructura de los edificios que lo componen, perdiéndose algunas zonas del convento.
El claustro, convertido tras varias reformas en trapezoidal, y que era en origen de una sola altura, tiene en la actualidad dos plantas.
En el claustro alto, al que se abren diversas aulas y despachos, aparecen unos pies derechos de madera en los paños intermedios de cada panda, entre los grandes ventanales acristalados incorporados en la última reforma.