En 1994 el convento y las cuatro capillas, fueron declarados por la Unesco, como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Su claustro y sus capillas posas, que datan del siglo XVI; con relieves simbólicos, los cuales hacia 1697 estaban consagrados a San Miguel.
[4] Cuenta con una cruz atrial que denota el arte tequitqui, símbolos franciscanos, muro almenado y una fachada propia de la arquitectura plateresca.
Todas ellas presentan una composición arquitectónica muy similar, variando únicamente en su diseño ornamental de gran valor artístico y cubierta.
El interior es bastante austero y su única nave se cubre con bóveda de cañón corrido, decorada con aparente artesonado.
Sin embargo poca decoración original subsiste, salvo las pinturas que adornan las paredes y las bóvedas del convento.