La Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) es un tratado multilateral de 1951 supervisado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación que tiene como objetivo garantizar una acción coordinada y efectiva para prevenir y controlar la introducción y propagación de plagas de plantas y productos vegetales.
También tiene en cuenta los daños directos e indirectos de las plagas, por lo que incluye las malezas.
La Convención está reconocida por 183 países contrapartes[1] y está reconocida por el Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como el único organismo internacional con capacidad para establecer normas internacionales para la sanidad vegetal.
La Convención creó un órgano rector formado por cada parte, conocida como la Comisión de Medidas Fitosanitarias, que supervisa la aplicación de la Convención.
La CIPF fue creada por los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.