Para cumplir a favor del Clero los diferentes ministerios espirituales y temporales que éste reclama".
Así, esta Congregación tiene por fin particular servir al Señor Jesús en sus Sacerdotes, atendiendo a sus espirituales y temporales, e intercediendo sin cesar al pie del Santísimo Sacramento por la santificación de todos los Sacerdotes del mundo.
Aconsejado por el Padre Lecocq, Sulpiciano bien conocido en la época, se orientó hacia la Congregación del Santísimo Sacramento que no había sido aún establecida en Canadá para esa época.
Perteneció a los “Congregación del Santísimo Sacramento” por casi 20 años y, entre las muchas labores que tuvo, la más importante e influyente en su camino de fundador, fue cuando le encargaron una obra nueva en la línea de su carisma eucarístico y sacerdotal; tal obra era una asociación de sacerdotes adoradores.
Es así como poco a poco se dio cuenta de que había muchas necesidades de tipo espiritual, humano y material en los sacerdotes.
Fundó dos Congregaciones que existen actualmente: la Fraternidad sacerdotal y las Oblatas de Betania.
Con toda mi alma agradezco a Dios las gracias innumerables de que me ha colmado, particularmente la de mi Sacerdocio y la de mi vocación a la Fraternidad Sacerdotal, y le suplico me perdone mis innumerables infidelidades”[1].
He aquí una breve citación del rescripto, cuyo original, reposa en los archivos de la CFS.
“Tu proyecto amado hijo, parece responder a la voluntad de Dios misericordioso que te llama a dedicarte totalmente al bien de los Sacerdotes... ayudado por los compañeros que reunirás, emprende pues, con confianza y con prudencia esta Obra, a la que Nos agrada llamar con el nombre de la Fraternidad Sacerdotal.