Concilio ecuménico

Un concilio ecuménico, también llamado concilio general,[1]​[2]​ es un sínodo o reunión solemne al que están convocados todos los obispos cristianos (y en ocasiones también están presentes, generalmente sin voto deliberativo, otros dignatarios eclesiásticos y teólogos expertos) para definir temas controvertidos de doctrina, indicar pautas generales de moralidad y tomar decisiones sobre asuntos de política eclesiástica, judiciales o disciplinarios.

[3]​[4]​ El término concilio proviene del latín concilium, que significa «asamblea».

La palabra ecuménico deriva del latín tardío oecumenicus, que significa «general» o «universal».

Es así que los primeros concilios ecuménicos tuvieron un escaso número de participantes, los cuales eran en su gran mayoría del Oriente.

Tales decretos a menudo se etiquetan como 'cánones' y en ocasiones tienen un anatema adjunto, una pena de excomunión contra aquellos que se niegan a creer en la enseñanza del canon.

[7]​ Esta doctrina es considerada válida en la Iglesia católica si las definiciones solemnes de un concilio ecuménico son confirmadas o aceptadas por el papa,[8]​ mientras que las Iglesias ortodoxas sostienen que un concilio ecuménico es en sí mismo infalible cuando se pronuncia sobre un asunto específico, aunque las Iglesias ortodoxas eslavas suelen requerir además la aceptación general de los fieles.

Existen también cánones que han sido rechazados por el papado, sin embargo de lo cual son considerados válidos en la Iglesia ortodoxa.

A pesar de eso, estos concilios tuvieron cierta importancia porque sirvieron para clarificar varios aspectos doctrinales.

El papa mandó como legados a los obispos Felipe, Arcadio y Proyecto.

Definió dos voluntades en Cristo: divina y humana, como dos principios operativos, condenando así el monotelismo.

Rehabilitó a Focio, y condenó la adición al Credo Niceno de la Cláusula Filioque.

Los concilios ecuménicos reconocidos por la Iglesia católica se dividen en dos grupos: griegos y latinos, según el idioma de los documentos oficiales.

Los griegos son los siete concilios ecuménicos reconocidos también por la Iglesia ortodoxa y que tuvieran lugar en Oriente, convocados todos ellos por los emperadores romanos o bizantinos.

Los concilios latinos, reunidos en Occidente, fueron convocados por los papas, quienes los presidían o enviaban un legado para hacerlo.

Para la validez de sus acuerdos era preciso, como condición sine qua non, la sanción del mismo papa.

Fue convocado por Inocencio II en 1139, y entre otras cosas emitió varios decretos disciplinarios sobre la vida de los clérigos.

En particular declaró no solo prohibidos sino inválidos los matrimonios contraídos por ellos después de la ordenación.

Excomulgó y depuso al emperador Federico II y convocó una cruzada encabezada por el rey Luis IX de Francia (San Luis), que asistió al concilio.

Convocado en 1511 (comenzó en 1512) por el papa Julio II y clausurado por León X en 1517.

Se propuso una cruzada contra los turcos, que no llegó a realizarse.

Decretó sobre la Justificación, los Sacramentos, la Eucaristía, el Canon de la Sagradas Escrituras y otros temas, con variadas disposiciones disciplinares.

En realidad, la lista, al menos hasta el Concilio de Letrán V fue fijada por Roberto Bellarmino.

[25]​[26]​ Pero declara oficialmente en sus Treinta y nueve artículos de la fe anglicana que los concilios ecuménicos a veces se han equivocado incluso en relación con Dios.

Imagen alegórica del Concilio de Nicea en 325, el primero celebrado.
Imagen o representación del Concilio Vaticano II (1962-65), el último celebrado.