Con las disposiciones de este concilio se implementan formalmente las reformas gregorianas en Hungría.
Desde entonces, Colomán mantuvo estrechas relaciones con el papado, como lo habría hecho su tío, abrazando de muy buena gana las reformas gregorianas.
Luego de haber mantenido largos debates, el arzobispo Lorenzo reunido con sus demás obispos húngaros redactaron 72 artículos que regulaban la situación de los religiosos en Hungría, inspirándolos en la reforma gregoriana que se estaba empezando a difundir por Europa también.
Entre las resoluciones del concilio se encuentran que los religiosos están obligados a debatir en el idioma literario (latín), que ningún sacerdote podrá ser consagrado si es ignorante y no se ha preparado culturalmente, igualmente se les prohíbe vestir ropa civil a los monjes, y se les castigaba degradándolos profundamente si eran sorprendidos bebiendo vino u otras bebidas alcohólicas.
A los sacerdotes que tomaron por esposa a alguna dama por los medios regulares, podrían mantenerla comportándose de forma moderada, por el contrario si fueron ya consagrados se les prohibía tomar esposas, así como mantener amantes.