Rodrigo, asentado en París por aquellos años y ocupado en otros compromisos, solamente inició el trabajo.
[1] En el programa de mano del estreno madrileño podemos leer: El compositor manifestó haberse inspirado en Sagunto, mi patria chica, a cuyas ruinas he dedicado este concierto.
Se compone de tres flautas (tercera doblando flautín), dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, cuatro trompas, dos trompetas, tres trombones, timbales, platillos y cuerda.
Se divide en cuatro movimientos, en los que el compositor emplea los símbolos de la espada, la espuela, la cruz y el laurel, respectivamente.
En 1996, el pianista Joaquín Achúcarro revisó el concierto con autorización del compositor, buscando un mayor equilibrio entre solista y orquesta, aligerando la orquestación en los momentos más densos (sin alterar la plantilla prevista por Rodrigo) y evitando repeticiones retóricas.