Conceptualización

[1]​ Las palabras no se refieren a objetos en el mundo, necesariamente, como explican enfoques formales, como la teoría referencial[2]​ porque las conjunciones son palabras y no apuntan a nada de existencia extralingüística.

Con base en estos argumentos, la semántica cognitiva concibe el significado lingüístico como una manifestación de la estructura conceptual.

[4]​ La semántica cognitiva afirma que, cada vez que usamos una palabra o expresión, invocamos el conocimiento del mundo de una manera amplia y flexible, sin necesidad de conocer todo el significado lingüístico del concepto para poder usarlo.

[7]​ De acuerdo con el principio del conocimiento enciclopédico, el lenguaje se desarrolla junto con nuestras otras habilidades cognitivas y las usamos para tener sentido.

Es decir, tiene un codo lesionado y despierta la posible secuencia: se cayó, el accidente fue en el brazo, sintió dolor, fue al médico, etc.

Por ello, recurrimos al proceso de categorización, mediante el cual agrupamos entidades similares (objetos, personas, lugares, etc.) en clases específicas.

[4]​ A nivel teórico, se puede entender que la categorización opera de maneras diferentes.

[12]​[13]​[14]​ Más adelante, a partir del siglo XX, la cuestión de las categorías fue introducida en las ciencias sociales por Durkheim y Mauss, cuyo trabajo pionero ha sido reinterpretado posteriormente por trabajos académicos más recientes.

Según Johnson, lo que proporciona un vínculo entre la experiencia corporal y los dominios cognitivos superiores, como el lenguaje, son los esquemas de imágenes, definidos como el nivel más primitivo de la estructura cognitiva.

[20]​ Por tanto, constituyen la esencia de nuestro sistema conceptual, que está organizado metafóricamente.