Como su nombre lo indica este Comité reunía a los intelectuales franceses decididos a oponerse al ascenso del fascismo tanto en Francia como en Europa.
Sus logros serán remarcables: en pocas semanas este grupo recoge un total de 2300 adhesiones y, a fines de 1934, reúne como participantes a más de 6000 personas (profesores y maestros, escritores, periodistas).
No obstante, los eventos externos como la guerra civil española, y la anexión de Austria por el Tercer Reich causaron una serie de amargas discusiones entre los integrantes del CVIA, pues si bien todos manifestaban el mismo grado de oposición total al fascismo, no se ponían de acuerdo sobre la actitud a tomar ante los desafíos del momento: algunos intelectuales predicaban la necesidad del pacifismo mientras otros defendían el "uso de la fuerza" ante un ataque fascista desde el interior o del exterior, en tanto que otros más postulaban la necesidad de "fortalecer al Estado burgués" para combatir la amenaza fascista.
La Conferencia de Múnich de 1938 y sus resultados quebraron seriamente la unidad del Comité de Vigilancia, al advertirse que las potencias fascistas como Italia y Alemania podían ser contenidas mediante el simple apaciguamiento mientras que otros temían un aumento de las amenazas fascistas gracias a las concesiones hechas por Francia y Gran Bretaña en Múnich.
La derrota final del bando republicano en la guerra de España y la invasión nazi de Checoslovaquia renovaron entre el CVIA el temor al fascismo, pero mientras socialistas y radicales proponían reforzar la alianza franco-británica, los comunistas cesaban en sus esfuerzos alineándose con la posición de "tolerancia" hacia el fascismo asumida por la URSS tras el Pacto Ribbentrop-Mólotov de 1939, siendo que el inicio de la Segunda Guerra Mundial forzó el cese de las actividades efectivas del "Comité de Vigilancia".