Es un sitio notable por su tranquilidad y aislamiento, con una población estable de tan solo cuatro personas.
[2] Su accidentada costa está delineada por escarpados acantilados de piedra, con profundas grutas utilizadas en la Edad Media por piratas y mercaderes.
[3] Entre 1285 y 1288 el profeta cabalista Abraham Abulafia se recoge en la isla, donde escribirá su Libro del Signo (Sefer ha-Ot).
Los caballeros fueron feroces protectores de la fauna local, consistente en jabalíes y liebres.
[5] Los cazadores furtivos, si eran atrapados, recibían una pena de tres años como esclavos en las galeras.
[12] La torre volvió al uso militar durante la primera y segunda guerras mundiales.