La comida de difunto era una ceremonia fúnebre que usaban los antiguos hebreos y los demás pueblos.
Era costumbre hacer una comida sobre la tumba del que se acababa de inhumar o en su casa después de los funerales.
Se hacía esto en el principio inocentemente, pero después se cayó en abusos que los obispos más santos y celosos, como San Ambrosio y San Agustín, les costó mucho trabajo desarraigar.
Todas las personas de la familia del muerto, que habían asistido a sus exequias, comían juntas una comida frugal en la casa del difunto la que se renovaba al cabo de un año después de su aniversario.
Diccionario de teología, 1 Nicolas Silvestre Bergier, 1845