Comechingones

[cita requerida] Fue tomada por los invasores españoles, quienes nominaron a los pueblos henia-kamiare de esa manera, al comprender la heterogénea diversidad cultural que existía en lo que hoy son las sierras de Córdoba, e intentar reducir tal complejidad a una idea más simple y por lo tanto, nombrable."Kaminchingon" viene, según Aníbal Montes, de "kami" (serranía), "chin" o "hin" (pueblos) y la pluralización quechua "gon".Los comechingones se autodenominaban como hênîa -al norte- y kâmîare -al sur-(los dos grupos principales), subdivididos en aproximadamente una decena de parcialidades.Los ojos claros eran llamados soto, y esta singularidad más el hecho de ser barbados y las pictografías como las de Cerro Colorado en donde se observan grafismos que en su forma recuerdan a las runas y que reproducen individuos montados sobre caballos y con algo que parecieran ser yelmos hizo que varios antropólogos del siglo XX creyeran en un origen (o al menos un fuerte influjo) vikingo en la etnogénesis de los hênia kamiâre,[2]​ aunque en la actualidad tales teorías están prácticamente descartadas y el hecho por el cual en algunas pictografías aparecen dibujos muy estilizados que parecen drakkars o la presencia de personajes ecuestres se explica por la sencilla razón de que en tales pictografías los hênia kamiâre estaban representando la irrupción de los españoles en el s XVI.[5]​ Estos primeros habitantes integraban pequeños grupos muy dispersos y móviles, que cubrían amplios territorios en busca de recursos.[9]​ Los cambios ocurridos durante este período se materializaron, entre otros aspectos, en las primeras expresiones simbólicas relacionadas con la construcción de identidades sociales y la pertenencia de los grupos a determinados territorios, como es el caso del arte rupestre y las sepulturas.Entre las especies silvestres se cuentan el mistol, molle de beber (Lithraea molleoides), piquillín (Condalia spp.También fue significativa la captura de pequeños animales, como la corzuela (Mazama gouazoubira), armadillos, roedores (Microcavia sp., Galea sp., Dolichotis sp.En tal contexto, las flechas impulsadas con arcos habrían jugado un rol crucial para abatir a variados animales.Estas condiciones significaron un límite concreto para los procesos integradores y para la centralización del poder político.[22]​ Durante este período se incrementaron sensiblemente las demarcaciones territoriales, iniciadas en tiempos previos a través de formas materiales como el arte rupestre.Las tensiones pueden ser advertidas, por ejemplo, en determinados paneles con arte rupestre, donde las creaciones originales fueron parcial o totalmente destruidas para imponer en el mismo sitio otras imágenes.[24]​ Entre otros sitios se observan motivos rupestres que representan armas o personas armadas, y específicamente en el caso de Cerro Colorado, escenas de enfrentamientos entre grupos o personas provistas con arco y flechas.[25]​ Por último, se han registrado algunos casos de violencia interpersonal en esqueletos con diferentes lesiones y asimismo, con flechas incrustadas en o entre los huesos.Se menciona la existencia de dos pueblos o entidades socioculturales, denominados “comechingones” y “sanavirones”.[27]​ Existen pocos elementos para afirmar que estas denominaciones se correspondieran con entidades reconocidas por los propios nativos y no fueran, en cambio, identidades asignadas por los españoles, producto quizás de una diferenciación lingüística.[29]​ Situaciones similares han ocurrido en otras regiones como el Noroeste Argentino, por ejemplo con los pueblos calchaquíes, o en el sur con los grupos pampas.La autoridad de los jefes étnicos se basaba en el “prestigio” adquirido y en el “parentesco” que daba preeminencia a ciertos linajes.Estas exploraciones produjeron los primeros impactos en la población indígena, promoviendo enfrentamientos armados y facilitando el reconocimiento del terreno para la posterior fundación de Córdoba.Si bien se registraron movimientos de resistencia armada durante los primeros años, puede decirse que los jefes étnicos no lograron aglutinar con suficiente fuerza a las comunidades para enfrentar de manera decisiva al dominio español.A fines del siglo XVII persistían seis pueblos indígenas con sus tierras originarias: Quilino, Soto (Chuto), Cami Coschin (Cosquín), Pichanas, Pueblo de la Toma y Tay Pichin (San Marcos).Desde fines del siglo XVII, éstas comunidades indígenas fueron capaces de resistir y perdurar, inclusive, hasta fines del siglo XIX, merced a un esfuerzo por defender la posesión de la tierra frente al estado.La denominación "comechingones" ha ofrecido numerosas discusiones entre las y los historiadores desde principios del siglo XX.Sin embargo, esta lengua (o lenguas) está virtualmente indocumentada y actualmente en el territorio que habitaban abunda la toponimia en runa simi o quechua; esto debido a que los conquistadores españoles desde el siglo XVI impusieron el runa simi (dialectizado) como lengua general para comunicarse con las muy diversas etnias aborígenes ubicadas en el Cuyo, Córdoba, Santiago el Estero, y el Noroeste Argentino.Eso explica que posteriormente a la llegada de los españoles en el siglo XVI junto a los topónimos españoles proliferaran (olvidándose los nombres originales) los escritos en runa simi o quechua, y también explica el moderno nombre quechua de la zona arqueológica hoy llamada Inti Huasi en las sierras de la provincia de San Luis, zona arqueológica centrada en cuevas y grutas cuyo nombre verdadero y original hênîa-kâmîare se encuentra olvidado desde el siglo XVII.Antonio Tovar menciona cinco dialectos del idioma "comechingón": main, yuya, mundema (o "indama"), kama y umba aunque en la actualidad no se pueden dar precisiones sobre la distribución de tales dialectos.
Distribución de los comechingones
Vista del hábitat de los hênîa y los kâmîare (Comechingones).
Punta de proyectil “cola de pescado” (Dique San Roque, Museo Arqueológico Numba Charava).
Sitio El Alto 3 (Pampa de Achala).
Puntas “ayampitín” de sitios arqueológicos de la Pampa de Achala.
Puntas triangulares de sitios arqueológicos de la Pampa de Achala.
a) colgante en valva de almeja nacarada (Anodontites sp. o Diplodon sp.), procedente del sitio arqueológico Quebrada del Real 1 (Pampa de Achala); b) fragmento de artefacto en una valva de molusco marino (sitio Arqueológico Arroyo El Gaucho 1, Pampa de Achala).
Grabados rupestres de las sierras de Serrezuela.
Recinto habitacional o casa-pozo en Potrero de Garay (valle de Los Reartes).
Azuelas y hachas del valle de Punilla (Museo Arqueológico Numba Charava de Villa Carlos Paz ).
Puntas de proyectil líticas y óseas del Holoceno tardío final, Valle de Punilla, depositadas en el Museo Arqueológico Numba Charava de Villa Carlos Paz.
Recipiente cerámico de Potrero de Garay (valle de Los Reartes).
Pintura rupestre en los aleros de Cerro Colorado.
Grabados rupestres de las sierras de Serrezuela.
Enfrentamiento entre “guerreros” con arcos en Cerro Colorado.
Mapa con parcialidades y territorios aproximados de la etnia henia en la actual provincia de Córdoba.