Los que se dedican a actividades manuales o artesanales forman organizaciones similares, conocidas como gremios.
Una Royal Charter en el Reino Unido es una concesión formal emitida por un monarca en virtud de la prerrogativa real como cartas patentes.
Históricamente, se han utilizado para promulgar leyes públicas, siendo el ejemplo más famoso la Carta Magna inglesa (gran carta) de 1215, pero desde el siglo XIV solo se han utilizado en lugar de actos privados para otorgar un derecho o poder a un individuo o una entidad corporativa.
Los gremios se encuentran entre las primeras organizaciones registradas como receptoras de Royal Charters (cartas reales).
[5] A principios del siglo XIX se formaron en Gran Bretaña nuevos organismos profesionales que representaban las nuevas profesiones que surgieron tras la revolución industrial y el auge del capitalismo de "laissez-faire".
Estos nuevos organismos buscaban el reconocimiento obteniendo cartas reales, redactando sus constituciones y definiendo la profesión en cuestión, a menudo basándose en la actividad ocupacional o en una especialización particular.
En la República Federal de Alemania, los colegios notariales están organizados como corporaciones de derecho público, a las que pertenecen por ley los notarios que residen en el ámbito del colegio notarial.
En cuanto a las funciones que la ley les encomienda a los Colegios resulta especialmente destacable la prevista en el apartado i) del artículo quinto, donde se dice textualmente que corresponde a los Colegios «ordenar en el ámbito de su competencia la actividad profesional de los colegiados, velando por la ética y dignidad profesional y por el respeto debido a los derechos de los particulares y ejercer la facultad disciplinaria en el orden profesional y colegial».
[9] Desde los propios profesionales se critica a los colegios por ser en ocasiones instituciones caras y de pertenencia obligatoria para quien quiera ejercer determinadas profesiones.
Por otra parte, muchos[cita requerida] califican las cuotas como una barrera de entrada para que nuevos titulados se incorporen al ejercicio profesional.
De esta forma, el visado se convertiría en un trámite innecesario, que sólo serviría para financiar a estos colegios.
A través de esos honorarios orientativos el colegio profesional consigue, además, evitar abusos.