Se erigió durante el obispado de Diego Aponte Quiñones sobre el solar de un primer monasterio, según indican los sepulcros románicos que se conservan en el claustro.
De aspecto austero y planta rectangular a dos alturas distribuida envolviendo un patio.
El cuerpo bajo tiene arcos sobre pilares, mientras que el segundo tiene una balaustrada torneada y en uno de sus extremos hay una torre cúbica.
Su portada se decora con molduras barrocas teniendo encima un balcón y encima de éste un ático blasonado que termina en un frontón triangular.
Se distingue además por el color de sus muros en un tono amarillo-ocre.