En Mesopotamia, un clavo de fundación, clavo de consagración o clavo de dedicación es una pequeña escultura, usualmente en arcilla, que lleva textos inscritos en caracteres cuneiformes, que se embebía en las paredes de los templos o edificios para dejar constancia que eran propiedad divina del dios a quien estaban dedicados y dar solidez mágica a los mismos.
Se han encontrado en la casi totalidad de los templos del renacimiento sumerio.
Posteriormente habría representaciones de los gobernantes locales y hay casos con representaciones de animales.
En el Antiguo Egipto se utilizaban conos funerarios, en cierta forma similares, que utilizaban la base del cono, como superficie a escribir.
Estos clavos se cuentan entre los más antiguos documentos históricos conocidos.