Ella consideró que Cristo le había encomendado una misión: contactar con el presidente Raymond Poincaré, pedirle que se convierta para "ir por el camino correcto que es la civilización cristiana […] para dar un buen ejemplo luchando contra los francmasones”, para tener la imagen del Sagrado Corazón en la bandera nacional y para que el ejército francés autorizase el uso de este emblema en los uniformes de los soldados.Pensó que se trataba de una mujer sincera, pero no sabía si su misticismo era real o solo una sugestión.Parece prometer hacer la pregunta en la Cámara de Diputados, pero no hace nada al respecto.Claire Ferchaud envió una carta el 7 de mayo a los generales franceses, que tampoco tuvo ningún efecto.El cardenal Amette lamentó "no haber podido descubrir una inspiración sobrenatural" en las declaraciones de Claire Ferchaud.