Su característica principal es la transición abrupta y exagerada de una caja torácica de anchura natural a una cintura extremadamente pequeña, con las caderas curvándose por debajo.
Debe su nombre a su parecido con el cuerpo segmentado de una avispa.
Las revistas femeninas hablaban de los efectos secundarios de los cordones apretados, proclamando que "si una dama se ata y ciñe, hasta tener sólo veintitrés pulgadas, y, en algunos casos, hasta tener sólo veintiuna pulgadas, debe hacerse a expensas de la comodidad, la salud y la felicidad.
[3][4] Entre la multitud de problemas médicos que sufrían las mujeres para alcanzar estas drásticas medidas se encontraban costillas deformadas, músculos abdominales debilitados, órganos internos deformados y dislocados, y dolencias respiratorias.
El desplazamiento y la desfiguración de los órganos reproductores aumentaban enormemente el riesgo de aborto espontáneo y muerte materna.