Su inmortalidad se debe en buena medida al pintor Mariano Fortuny que en una visita a Granada lo pintó disfrazado con un traje de gitano goyesco, hacia 1868.
A Mariano Fernández, gitano vanidoso y astuto, le gustó el disfraz; y no solo eso sino que además se autocalificó como “rey de los gitanos” -sí parece cierto que Chorrojumo fuera 'patriarca', cosa importante entre la gente del bronce- y se dedicó a ganarse la vida contando a los turistas historias sobre la Alhambra y dejándose fotografiar.
También vendía postales con su retrato, vestido con atuendo tradicional, como en la imagen conservada en la Casa de los Tiros.
[3][4] En 2010 se le puso estatua en el Sacromonte (que había sido vandalizada por desconocidos en 2001).
Su singular figura se reproduce en diversas celebraciones populares, como la Tarasca, que abre las fiestas del Corpus Christi granadino.