El llamado cheque británico era un descuento en la contribución del Reino Unido al presupuesto de la Unión Europea.
Por lo tanto el incentivo a solicitar financiación de la UE era mucho menor y más aún teniendo en cuenta que normalmente los fondos de la Unión Europea, sólo suponen una financiación parcial y requieren que el proyecto sea cofinanciado por las autoridades locales y, por lo tanto, aumentaba más el gasto público británico.
El resultado final es que se producía un efecto reductor del gasto de la UE al Reino Unido y, por lo tanto, un agravamiento del déficit que el cheque británico estaba destinado a corregir.
Durante años, varios Estados miembros hicieron presión para conseguir la eliminación de este descuento pero el gobierno británico resistió todas las llamadas a su cancelación.
El gobierno británico argumentó que si se eliminase el cheque, el Reino Unido pasaría a ser el mayor contribuyente neto al presupuesto de la Unión y el segundo en términos per cápita,[cita requerida] hecho que sería muy impopular entre la opinión pública británica ya de por sí bastante euroescéptica.