Obra ante todo militar, es un castillo muy típico, construido en lo alto de la pequeña colina que domina el Torrente pirenaico.
Estas estacas, simbolizando la fidelidad y la rectitud, se presentan cada uno como el axis mundi, en una versión bearnesa.
Fue su nieto quien dio al castillo el renombre que tiene hoy: no por alguna empresa de arquitectura, ni por su propia voluntad.
Luego sirvió sobre todo de prisión dorada al Emir Abd El-Kader, vencido por Francia en Argelia.
Luis Felipe, exiliado a Inglaterra, jamás pudo permanecer en este lugar, en el que recibió la visita de Napoleón III.