En otros lugares del país se han encontrado cuentas, como en Minas, Sierra de las Ánimas.
En costas del Río Uruguay apareció un esqueleto indígena con una pulsera de cuentas.
Las cuentas tienen diferentes colores: blancas, rojas, celestes y negras.
El cerro tiene 100 m aproximadamente de altura, suelo de rocas blandas (areniscas) fácilmente erosionables por la acción de distintos agentes: el viento, agua, temperatura (el sol dilata la roca, el frío la contrae), esto provoca el fenómeno meteorización (provocada por el hombre ya que se ve muy escaso ganado en sus alrededores).
En la falda del cerro una gran manguera de piedra permanece intacta al transcurrir del tiempo; vestigio de una época anterior al alambrado (que llega hacia 1880 aproximado).
Colonos españoles que buscaban establecerse, formando enormes estancias cuya propiedad solicitaban después a los gobernantes del momento.
Existían en esa época muy pocos caminos que fueran transitables en invierno.
Ese camino fue tan importante para nuestro desarrollo que fue utilizado prácticamente hasta los comienzos del siglo XX, sustituidos por las modernas carreteras (Ruta 7) o por el ferrocarril, pero siempre enormemente transitado.
En 1913 señalamos que existía la escuela Nº 55 cuya maestra era Florencia Castro, siendo el Juez de Paz el Señor Pascual Estavillo que era también propietario en una pulpería de Tres Islas, el Comisario en esa época era José Marindo Teixeira, el Subcomisario Felipe Gómez, y el Escribiente Alfredo Diez.
Se las obsequiaban a los indígenas guaraníes a cambio de favores y se presume que éstos las usaban para rituales religiosos indígenas.
En 1832 Charles Darwin visitó la zona y se llevó del Cerro varias cuentitas.