Este yacimiento forma parte de la denominada ruta turística Andalucía Íbera.
[2] Las primeras evidencias de presencia humana datan del Neolítico y la Edad del Bronce, aunque la primera edificación corresponde a los siglos V y VI antes de Cristo, probablemente un santuario íbero.
Estos espacios aristocráticos van a sucumbir poco tiempo después al dominio romano, ya que el Cerro de la Merced fue finalmente saqueado, abandonado y derruido.
La primera mención data del 1836 por el historiador egabrense Manuel de la Corte en su Memorias del municipio igabrense, mientras que se tienen datos más precisos a partir de 1970 cuando Juan Bernier y Javier Fortea lo incluyen en su catálogo Recintos y fortificaciones ibéricos en la Bética y, además, denuncian una serie de expolios ilegales en el lugar, por los que se perdió un gran patrimonio.
En el plano comercial se han encontrado ánforas dedicadas a almacenar principalmente aceite y grano, molinos harineros, pesas de telar y fusayolas; mientras que en el plano militar se han podido atestiguar puntas de lanza, una manilla de escudo (encontrado dentro del propio muro) y fíbulas.