La población resultaría muy similar en el Bajo Imperio romano y en la época visigoda, provocando la conquista musulmana un despoblamiento parcial.
Con la Conquista cristiana y repoblación siguiente habría una regeneración hasta el siglo XIII a niveles similares a la época anterior y es posible que como sucedió en toda la región, en el siglo XVI se diera una regeneración demográfica que originó uno de los techos históricos de población.
El coeficiente 4,5 es el más comúnmente empleado, pero su validez depende de que se incluya o no las viudas como vecinos.
Si se incluyen como vecinos enteros, como así parece (María de la Puente, viuda.
Catalina de Robles, viuda con dos hijos...), la cifra pasaría a ser demasiado elevada.
En 1900, Castro figura con 30 viviendas y 159 habitantes (en 1918 la epidemia de gripe española causa la muerte a varias personas en el pueblo).
En 1970, el Municipio de Vegas del Condado había perdido ya por la emigración casi tantos habitantes como la censada en 1940.
Se ha iniciado en los años 80-90 un fenómeno también único en nuestra historia que puede hacer regenerar al pueblo pero de otra forma.
Los vecinos e hijos de los vecinos que emigraron, arreglan nuevamente las casas las mejoran o levantan otras nuevas para pasar en ellas las vacaciones, multiplicando la población de forma estacional a lo largo del año en dos o tres veces a la actual.
La ribera del Duero forma parte de la Meseta que es un viejo bloque paleozoico plegado en la orogénesis herciniana.
Castro pertenece a la ribera del Porma–Curueño, que se distingue de las demás riberas (del Esla, del Céa, Torío etc.) por carecer de unidad histórica, pero todas, presentan como rasgos comunes: la población concentrada en las riberas, el tener importantes y extensos montes comunales y un marcado carácter rural con predominio de la actividad agropecuaria.
En resumen, a medida que se encajan los ríos Curueño y Porma en los valles fluviales, se van desplazando hacia el Este geográfico, resultando una distribución de terrazas y glacis desigual en ambas márgenes, con vertientes no simétricas.
No obstante los contrastes térmicos entre verano e invierno son menos acusados que en el interior de la meseta.
Las precipitaciones presentan un mínimo estival muy acentuado propio del clima mediterráneo húmedo, pero también al estar próximas las montañas del norte, que son más húmedas en verano, hace que la sequía estival se acorte.
Ambas traen aire de procedencia oceánica: tropical o polar, pero la humedad no penetra en el interior debido a las altas montañas del norte y oeste y por eso el clima es más de tipo continental como en la Meseta.
Al replegarse el anticiclón de las Azores, disminuye la presión que alcanza el mínimo hacia noviembre, permitiendo que se acerquen las borrascas del frente polar aumentando las precipitaciones a lo largo del otoño.
En abril se mantiene el ascenso de la temperatura y en mayo, por el contrario, la desviación respecto a la media alcanza su máximo, pudiendo haber en este mes una ola de frío con heladas, y si el año es cálido puede parecer un mes veraniego.
Castro del Condado al estar situado en el borde de las terrazas bajas e incluso con parte de su terreno en la ribera del Curueño-Porma, es rico en agua subterránea que a veces aflora espontáneamente en fuentes o que es necesario alcanzar en pozos.
Los mantos freáticos poco profundos son los más importantes por su fácil acceso y utilización.
Las terrazas bajas, lugar donde está situado el pueblo, suele ser rica en agua y afloran las fuentes en el escalón que le separa del lecho mayor.
En zonas como el primer y segundo valle los mantos acuíferos de los niveles dendríticos del mioceno afloran en fuentes que sirven para los animales pero no para regar por su escaso volumen, pero forman islotes y alimentan un pequeño arroyo que mantiene el verdor en el fondo del valle.
Su profundidad puede variar entre 400-500 metros y se consideran que están alimentados por aguas infiltradas en las facies permeables del borde de la cuenca.
En general estos suelos presentan una textura franco-arcilloso, pH de 5 a 6, un relieve montuoso y profundidades medias comprendidas entre 80y 100 cm.
El Monte de Castro también se encuentra degradado en algunas zonas, manteniéndose entonces como formas arbustivas o subarbustivas.
La roturación supuso con el cultivo permanente, la desaparición casi completa del roble, quedando algunas matas o árboles en los linderos.
El tractor al aumentar la profundidad del arado es el que está impidiendo últimamente la recuperación de los bosques.
Si bien la presión ganadera y de consumo de madera ha disminuido sobre el monte, han aparecido dos nuevos enemigos del roble: el tractor, como ya hemos señalado que destruye las raíces profundas, y los pinares.
El pino está contribuyendo a acelerar la desaparición del rebollo eliminando extensas áreas de matorral degradado.
La repoblación de pino se traduce en un empobrecimiento y modificación florística, pues las agujas acidificantes van cubriendo el suelo.
Los matorrales están formados principalmente por diversas especies de brezos, gayuba y también jara, leguminosas, rosáceas etc.