Situado en una posición inexpugnable sobre una gran roca caliza, constaba de tres recintos amurallados rodeando un torreón rectangular en la cima, siendo considerado uno de los castillos más fuertes y seguros de León.
Aunque es común atribuirle gran antigüedad, el castillo de Aviados debió ser construido a finales del siglo XI, coincidiendo con las primeras referencias documentales.
Sin embargo, la situación se invirtió cuando los Quiñones tomaron partido por Juana la Beltraneja, y el Guzmán por Isabel la Católica durante la Guerra de Sucesión Castellana, de modo que recuperó sus propiedades con la victoria de esta última.
Le acompañan en Évora y Santarén sus vasallos montañeses quienes, dirigidos por su señor, salvaron al rey portugués Juan II de una traición y revuelta nobiliaria.
Tras el fracaso y represión de la revuelta, el castillo de Aviados fue finalmente destruido por órdenes del rey Carlos I de España, como castigo a sus propietarios, que huyeron nuevamente a Portugal.