Cuenta con dos recintos amurallados que se conservan en parte a los que se accede por la puerta de Albacar, construida con arco rebajado de mampostería.
En el primer recinto, adaptado a la topografía se situaban las viviendas del poblado, construidas con tapial.
Cuenta este recinto con dos aljibes uno rectangular y otro cuadrado, así como otras construcciones realizadas también con sillares.
Jaime II otorga en 1287 el señoría a los monjes cistercienses, construyéndose diferentes estructuras en la parte más alta.
A partir del siglo XVII con la expulsión de los moriscos, el castillo pierde su interés.