El arquitecto municipal buscaba ornamentar el centro urbano con un edificio que simbolizara el creciente poder económico y político de la burguesía almeriense.
La esquina queda visualmente potenciada por un remate con castillete en dos cuerpos más cúpula.
La mariposa en la masonería es su símbolo de la resurrección, inmortalidad y protección.
Tras ello, como recuerdo, el vaso se quedaría en lo alto del castillete de la cúpula.
Durante 99 años, el vaso no se movió del lugar, habiendo resistido a los embates del viento e incluso a los bombardeos de la ciudad durante la guerra civil española.