Casa de la Cultura Oaxaqueña

Es además uno de los centros culturales más grandes del país, tanto por su infraestructura como por su impacto social.Sin embargo, el erigir el convento anexo al templo, en 1781, los diseñadores tuvieron que modificar la fachada de la iglesia y añadirle un portalón abovedado con un arco en la entrada.Una a una, las últimas monjas descalzas indígenas fueron falleciendo, hasta que solo quedó la abadesa, Sor María Teresa de Jesús, nacida en Ixtlán, quien sucumbió en 1908.En recuerdo de sus servicios a los republicanos, Porfirio Díaz dispuso que se le enterrara con solemnidad en el vacío claustro, tras pasear su cuerpo entre las ruinas donde mantuvo su celo religioso.Con la muerte de la última abadesa se dispersó el escaso patrimonio que restaba al convento.El ex conjunto conventual de los Siete Príncipes actualmente presenta dos usos: el templo y el claustro anexo a su costado norte son administrados por el clero.
Primer patio de la Casa de la Cultura Oaxaqueña por la noche