Don Pedro del Río Zañartu, un acaudalado latifundista, viajero y filántropo penquista, encargó al arquitecto Onofre Montané Urrejola que le construyera una señorial mansión en el centro de Concepción.
Destaca la resolución del ochavo en el segundo piso, como un volumen que se adelanta al plano de la fachada, suavizando sus aristas con formas cóncavas y convexas.
En su casa, doña Carmen acogió durante muchos años una tertulia que reunía a los grandes intelectuales, artistas y pensadores de la ciudad, en torno al debate sobre la pintura, música, literatura y las nuevas corrientes del siglo XX.
En esta operación, destruye todos los espacios interiores, el patio de luz, y la escalera principal, incluyendo la enorme puerta de acceso, en madera tallada con motivos geométricos y florales.
El reciclaje del edificio consideró insertar pisos de una altura distinta a la original, por lo que los vanos de la fachada ya no se corresponden con el espacio interior.