Inicialmente fue algo más ancha que profunda, pero tardíamente fue ampliada hacia atrás hasta adquirir su actual regularidad.
En la ampliación la fábrica es mucho peor: mampostería menuda e irregular, y ausencia de sillares.
Sus dos caras públicas presentan una retícula de vanos muy regular: tres alturas y cuatro ejes en cada una.
Un ventanillo adintelado, más elevado que los restantes huecos, serviría para iluminar el zaguán.
Estos huecos, y sus paralelos en la planta superior, son lo más interesante del palacio.
En estos vanos faltan los asentamientos de sillares, lo que nos hace suponer que inicialmente (en el siglo XVI) no existieron grandes huecos en este segundo piso, sino sólo luceros para iluminar el camarote.
Como en el piso anterior, un mirador y varios ventanucos de escasa calidad se abren en la prolongación zaguera.
La cara principal, la más pública, aparece rematada por un grueso cornisón que se extiende algunos centímetros por las fachadas laterales.