Las escribió en verso, de manera que fuera posible cantarlas en los banquetes y así aprenderlas mejor, como cuenta Hermipo en el sexto libro de su obra Sobre los legisladores.
Sus leyes, que se conocen a través de la Política de Aristóteles, Estobeo y otras fuentes, tenían un talante democrático, aunque él pertenecía a la nobleza.
Según sus leyes, los comerciantes solo podían vender mercancías en el mercado y todas las ventas debían hacerse al contado, obligación que también recogerá Platón en Las leyes.
En derecho penal sus castigos eran demasiado severos: entrar armado en la Asamblea valía la muerte, y el propio legislador, como cuenta Diodoro, se hizo sufrir a sí mismo tal castigo al transgredir involuntariamente la norma, suicidándose con su propia espada y sellando así sus leyes con su propia sangre.
Aristóteles tenía a Carondas como un legislador más preciso y claro que los de su propia época.