La observación minuciosa de los carnavales en el Perú, muestra que estos son la afirmación de conceptos culturales propios y expresiones artísticas que corresponden a las culturas nativas o mestizas con contenidos propios, integrándose a la vida social contemporánea.
Y entonces coinciden estas celebraciones rituales andinas con el carnaval llegado de occidente.
Ni aún en la época más violenta, entre 1980 y 1990, se dejó de celebrar carnavales.
Al contrario, la tansa situación social y política, la violación sistemática de los derechos humanos, la amenaza permanente contra la vida y la libertad, hicieron que las comparsas expresaran, cantando, todo aquello que no se podía decir abiertamente por miedo a la represalia, que podía venir tanto de los grupos terroristas como de la policía, los grupos paramilitares o del ejército y sus comandos especializados.
Adicionalmente, otros versos son alusivos a la sexualidad, el amor, el erotismo propio de los carnavales y del tiempo en que los jóvenes solteros y solteras inician relaciones de amor; estuvieron siempre presentes los versos esperanzados en que vendrían tiempos mejores.