Fue a finales del siglo XX cuando se empezó a analizar y demostrar que existían diferencias en las enfermedades que afectaban con más frecuencia a mujeres, señalando la mayor prevalencia de enfermedades crónicas y la utilización de los servicios sanitarios entre el sexo femenino a causa de los riesgos adquiridos por los aspectos psicosociales de mujeres y varones.
Una diferencia biológica entre varones y mujeres que en ningún caso, señala Valls, es un signo de inferioridad.
Creo que ha llegado la época de evitar todos los reduccionismos etiológicos y saber que a los problemas complejos no podemos darle soluciones simplistas.
Los estereotipos de género siempre querrán considerar inferior lo que les ocurra a las mujeres.
Las aproximaciones más científicas ayudarán a conocer mejor las verdaderas etiologías de sus problemas.