Carlos Octavio Bunge

A partir del concepto de “aspirabilidad”, Bunge organizó un sistema pedagógico y jurídico sostenido por la certeza de que existían diferenciadas potencialidades genéticas que condicionaban todo comportamiento humano.

El triunfo en la lucha por la vida de un pueblo era imposible si su raza no detentaba la cualidad trascendental de la condición del progreso, es decir, si no podía “aspirar” a ascender.

El contacto con las culturas más avanzadas no era entonces suficiente para sacar a los pueblos “inferiores” del atraso en el que se encontraban.

El cientista social debía antes valerse del método inductivo-deductivo para comprender a esos pueblos atrasados y formular un diagnóstico clínico.

Bunge puso en práctica esta orientación en Nuestra América, donde trató de penetrar en la “psicología colectiva” que engendra la política hispanoamericana.

“Y, para conocer esa psicología, analizo previamente las razas que componen al criollo.

Sus “casos clínicos” de la enferma política hispanoamericana, quedan sintetizados en “tres grandes políticos”: el argentino Juan Manuel de Rosas, el ecuatoriano Manuel García Moreno y el mexicano Porfirio Díaz.

En la psicohistoria de Bunge interactúan los factores étnicos y ambientales resultantes de las poco beneficiosas influencias españolas, indígenas y negras, que van a confluir en la psicología del hispanoamericano para connotarla con los que van a ser sus rasgos distintivos: “pereza, tristeza y arrogancia”, rasgos responsables de los sucesivos fracasos en la política criolla, a la que se oponía victorioso el “hermano-enemigo” del Norte que revelaba su superioridad en una irrecusable vocación y capacidad expansionista.