Carlos recibió una esmerada educación, acorde a los cánones de la aristocracia porteña, y su juventud transcurrió durante la Generación del Ochenta.
Carlos se mudó con su familia de la casa paternal que se ubicaba en el Palacio Díaz Vélez, sito en la Avenida Montes de Oca 110, en el Barrio de Barracas, a su nueva propiedad, un bello petit hotel en la calle Paraguay 1535, en el Barrio Norte, obra del afamado ingeniero Carlos Agote.
Nuevamente se dedicó a embellecer su estancia Un Durazno, para lo cual convocó al arquitecto paisajista Carlos Thays, quien remodeló el parque de la hacienda, agregándole nuevas especies vegetales, caminos, fuentes y estatuas.
Al mismo tiempo construyó la capilla Santa Teresita del Niño Jesús, habilitada para la realización de todos los sacramentos de la fe católica y la escuela, donde se educaron en las primeras letras muchos niños del pago.
Carlos también fue designado por el departamento ejecutivo vocal de la Comisión Administradora del hospital.
Sus restos reposan en el Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires, en la cripta familiar.