[5] Nacido en una familia acomodada de Granada, se dedicó a la carrera militar.
[1] Tras la caída Isabel II, Carlos Calderón abandonó la carrera diplomática y el Ejército y se fue a vivir a España, junto a su madre, a la que encontró metida de lleno en los centros más ardientemente carlistas, con los cuales se puso tanto más fácilmente en contacto cuanto que en ellos se encontraban sus amigos personales más íntimos: los marqueses de la Romana, Francisco Cavero, etc.
[11] Tanto Carlos Calderón como su madre hicieron generosos sacrificios pecuniarios en los preparativos de la guerra.
Fundó numerosos hospitales, secundando eficazmente con notable celo y actividad, y ayudando poderosamente con sus riquezas, a Margarita de Borbón Parma, esposa del pretendiente Don Carlos.
[14] También en las batallas de Somorrostro y San Pedro Abanto se distinguió tanto Calderón, que por el relevante mérito que en ellas contrajo, fue nombrado coronel y 1.er jefe del segundo Batallón de Navarra.
Reanudada la acción al día siguiente, se vio atacado por tres puntos a la vez; pero el coronel Barón de Sangarrén en unas zanjas, el 1.º de Navarra sobre Monverde y Calderón con el 12.º en el bosque de Arellano, hicieron retroceder al enemigo cinco veces con otras tantas cargas a la bayoneta, hasta que al verse completamente rodeados y abrumados por tantas fuerzas, y fatigada ya la gente de Calderón, mientras que el enemigo era reforzado con ocho batallones al mando de Tássara, empezaron los carlistas a despeñarse huyendo hacia Estella.
[17] A pesar de todo, el brigadier Calderón siguió combatiendo.
[18] Los generales enemigos, Primo de Rivera y Cortijo, felicitaron entonces al brigadier Calderón por la heroica defensa que había hecho, devolviéndole la espada tanto a él como a su ayudante, y dejándoles prisioneros bajo palabra de honor.
[4] Aquella galante delicadeza del general Primo de Rivera, a quien Calderón conocía personalmente, y otras muchas que con él usó, sacaron de quicio a los revoltosos navarros, entre los cuales empezó a circular la voz de que su general los había traicionado, habiendo vendido Montejurra al enemigo por cinco mil duros, suma que él se gastaba en la menor de las fiestas que con frecuencia ofrecía.
No obstante, esta calumnia no hizo nunca la menor mella en el ánimo de Don Carlos de Borbón, que le conservó hasta la muerte grandísimo afecto, conviniendo los dos que, mientras vivieran, pasarían juntos todos los años el día de su santo.
En esta finca, considerada la más importante y privilegiada de las dehesas de Sierra Morena, se llegó a ver a Calderón monteando con el rey Alfonso XII hacia el año 1885, lo cual causó cierta sorpresa al haber Calderón combatido la monarquía alfonsina.
[20] Carlos Calderón heredó además la lujosa residencia del Carmen de los Mártires en Granada, que había construido su padre.
¡Me muero!» Mientras fueron a buscar al sacerdote, el moribundo, pues ya lo era, encargó a su ayuda de cámara que, apenas le enterrasen, se fuese a Venecia y entregase a Carlos VII, para que los conservase en la sala de banderas del palacio Loredán, varios recuerdos, entre ellos el último sable que había usado durante la guerra, sus condecoraciones y el casco de la granada que mató a Ollo, Radica y Escudero, y al cual estaba todavía adherido un pedazo de paño rojo de un pantalón de uniforme.