Su apodo lo ganó por su estatura: era tan alto que comenzaron a llamarlo «tabaquito».
Cuando trabajó de limpiabotas, al terminar su labor, iba corriendo a encontrarse con su gran pasión, la música.
Olinto se disponía a ensayar Guasancó y el cantante con que contaban no llegó al tono.
Probaron con Quintana y la recomendación de Elio surtió efecto: "Tabaco" hizo lo suyo, muy bien.
Así el Sexteto Juventud tuvo nueva voz y algo más, porque Carlos Quintana se pudo pasear por todos los instrumentos de la agrupación.