La ceremonia se iniciaba, en la mayor parte de los casos, con la actuación del anfitrión, quien lanzaba bocanadas de humo hacia el cielo, a los cuatro vientos y, por último, a la tierra, invocando así tanto al mundo divino como al humano, para dejar que luego la pipa circulara entre sus congéneres.Y no sólo eso, su elegante y esmerada ornamentación las convertían en piezas de gran belleza como el hueso o las cornamentas de cérvidos utilizados en su elaboración.Cabe señalar, por último, la plena concordancia entre los usos y valores del calumet, la chanunpa de los sioux y los de la kütra (según otros tratadistas, quitra) o pipa Mapuche, pueblo indígena originario de Sudamérica (Chile y Argentina).Sin embargo, es importante señalar que estos pueblos carecían de tecnología para procesar y refinar el tabaco como el de los cigarrillos que se venden legalmente hoy día, por lo tanto, el producto era tan agresivo que rara vez era inhalado por los participantes del ritual.No hay registro de fumadores habituales, ya que tradicionalmente el uso del tabaco en estos pueblos era ritual.