Calaix de sastre

[3]​ Felipe Cirera, famoso cocinero del palacio episcopal, lo recomendaba a las amas de casa para controlar los gastos.

[4]​ Los nobles escribían diarios con anécdotas personales simplemente por el gusto de recoger información y porque estaban muy pendientes del colectivo que formaban, pero, al contrario de lo que pasaría más tarde, no había ninguna intención de publicación sino que el diario se restringía a un uso íntimo y personal.

[5]​ Para el barón de Maldà fue una afición que simplemente le reportaba una satisfacción personal.

La lectura en voz alta en pequeños grupos era una diversión muy apreciada y bien valorada por la sociedad.

Esto último les pasaba a los ricos, como el barón mismo, ya que la mayoría de la población comía fundamentalmente a base de patatas y cebollas.

Para conseguirlo no dudó en hablar de ronquidos, pedos y otras consideraciones escatológicas.

Parece que el estilo es barroco aunque Albert Rossich lo ha considerado rococó.

No se ha editado nunca el Calaix de sastre entero, pero sí algunos fragmentos seleccionados por épocas, en diez volúmenes diferentes.