[1] Sin embargo, lo habitual era un paso intermedio entre estos tamaños, o incluso más cerca del límite inferior a fin de conferir movilidad.
Según Diodoro, los lusitanos tenían una técnica particularmente pulida de mover el escudo alrededor del cuerpo para bloquear cualquier arma arrojadiza.
[1] La excepción a esto podrían haber sido los celtíberos, que usaban caetras del máximo tamaño mencionado, quizá debido a su preferencia por la guerra frontal.
En las representaciones aparecen estos escudos con una embrazadura central y, en algunos casos, como una serie de círculos concéntricos.
Estas decoraciones aparecen en toda la Península desde el siglo V a. C. Obviamente el escudo de cuero era demasiado liviano y los de madera eran los más utilizados, al menos desde el siglo IV a. C., según muestran los arqueólogos.