Caballos de Napoleón

Sus caballos preferidos eran árabes (importados desde Egipto), los bávaros (animales colosales que lo hacían ver demasiado pequeño) y los rusos.

Napoleón gustaba de dar nombres clásicos o mitológicos a sus caballos como Ciro, Tauro, Tamerlán, Nerón y Verberé.

También les otorgaba nombres de lugares geográficos o victorias importantes, tanto que Ciro fue rebautizado como Austerita, también tuvo un Marengo, un Freilando, un Sagra, un Montevideo y un Córdoba.

Sin embargo, el emperador compensaba sus carencias como jinete con una energía y una resistencia que le hacían objeto de admiración incluso entre sus veteranos cazadores a caballo.

Su cólera estalló en esta frase dirigida al cirujano inglés Arnott: «Me habéis encerrado entre cuatro paredes con un aire malsano.