Originalmente, el término se refería a las armas más pequeñas que podrían acompañar a un ejército de campaña en la marcha, que cuando estaban en combate podían moverse por el campo de batalla en respuesta a las circunstancias cambiantes (artillería de campaña), en oposición a las armas instaladas en un fuerte (artillería de guarnición o artillería costera), o para asediar cañones y morteros que son demasiado grandes para ser movidos rápidamente, y se usarían solo en un asedio prolongado.
Al mover las armas de un punto a otro durante una batalla, las formaciones enemigas pueden ser divididas para ser manejadas por la infantería o la caballería dondequiera que estuvieran en masa, aumentando dramáticamente la efectividad general del ataque.
Con pocas excepciones, incluso las armas de asedio más grandes se habían vuelto móviles por carretera o ferrocarril al comienzo de la Primera Guerra Mundial, y la evolución posterior a ese punto tendía a ser hacia armas más pequeñas con mayor movilidad.
Incluso los cañones súper pesados alemanes en la Segunda Guerra Mundial eran ferroviarios o a oruga.
Hoy el cañón de campaña se encuentra en un área que parece haberse ido para siempre.