Desde pequeña mostró talentos para el canto por lo que pudo en su temprana adolescencia acceder al coro de Cäcilienverein en Frankfurt.
Cecile Jeanrenaud era una menuda joven de extraordinaria belleza con impactantes ojos azules y excelente carácter que dejó muy impresionado al joven músico: Mendelssohn diría de ella:
Mendelssohn tuvo que seguir camino a Dusseldorf para cumplir con sus compromisos, pero no dejó de pensar en la muchacha y apenas terminado el festival volvió en junio de ese año para iniciar un cortejo.
Cecile Mendelssohn fue para el músico un bálsamo en la vida del músico, su excelente carácter amainó los súbitos cambios de humor que caracterizaban a Félix Mendelssohn hasta el extremo de transformarse en una persona serena y apacible, de hecho entre 1837 y 1843 fue su época más productiva.
La familia Mendelssohn parecía llevar una vida feliz situación que se enturbió con el fallecimiento del hijo menor Félix.