Este aparato permitía captar fotogramas a una frecuencia regular.
Este diseño inspiró a William Friese-Greene, quien patentó una cámara utilizando celuloide.
Esto resultaba ser un problema en cuanto al método de arrastre, ya que la cinta se rompía con facilidad.
Desde este momento, el mercado de las cámaras cinematográficas fue aumentando, ofreciendo nuevas variantes con mejoras, volviéndose más complejas.
De esta manera, introdujeron sistemas de arrastre más precisos, distintas velocidades jugando con la manivela, visores para previsualizar la escena exteriores e interiores... y objetivos innovadores que permitían trabajar con una luminosidad y precisión más adecuada, hasta llegar a la cámara cinematográfica de la actualidad.