De todos los sirvientes de Carlos V, de La Rivière fue el más cercano al rey, actuando como amigo y confidente del monarca, quien le hizo conocedor de sus sentimientos y de sus pensamientos más íntimos.
Al igual que Carlos V, de La Rivière era un hombre modesto, amable y dotado de una gran inteligencia.
Pese a su posición como chambelán, de La Rivière tomó parte activa en el manejo del reino de Francia, valiéndose Carlos de sus dotes diplomáticas.
En su testamento, fechado en octubre de 1374, Carlos V lo nombró ejecutor como prueba de su confianza.
Su sucesor, Carlos VI, no ignoró los servicios prestados por de La Rivière, nombrándolo en octubre de 1388 miembro del Consejo del rey junto con Jean Le Mercier y Jean de Montaigu, consejeros de Carlos V.