Lo más probable es que se construyeran en los siglos V o VI; las estatuas representaban una clásica mezcla del arte greco-budista.
[1] Los cuerpos principales fueron esculpidos directamente en la roca arenisca, pero los detalles fueron modelados en barro mezclado con paja, bañado con estuco.
Muchos de estos monjes embellecieron sus cuevas con estatuas religiosas y con frescos brillantemente coloreados.
Cuando Mahmud de Gazni conquistó Afganistán en el siglo XII, los Budas y frescos fueron salvados de su destrucción pero los musulmanes, iconoclastas e intransigentes con los símbolos budistas, vandalizaron las estatuas, cortando en su mayor parte las características faciales y manos.
Sin embargo, en 2001, después de sobrevivir relativamente intactas durante 1.500 años, el régimen islámico talibán decidió que estas estatuas eran ídolos, y por tanto contrarias al Corán, ordenando así su destrucción.
El proyecto, con un costo estimado en torno a los nueve millones de dólares fue aprobado por la UNESCO.
En Bamiyán trabajó luego el arquitecto alemán Georgios Toubekis, al servicio del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos (ICOMOS).
Por encargo de ICOMOS, geólogos, restauradores y arquitectos intentaron recomponer las estatuas fragmentadas cual si fueren un enorme rompecabezas, del que pronto se supo que no podría ser reconstruido totalmente.