Bonifacio de Lausana

Poco después se marchó a Colonia donde siguió dando clases de teología.

Durante su obispado, defendió los derechos de la Iglesia ante los poderosos, elemento que le valió el odio de los más poderosos.

Entre ellos el del emperador del Sacro Imperio Romano Federico II Hohenstaufen, que mandó soldados a Lausana con la orden de matarlo y el beato, herido, se salvó milagrosamente.

En 1245 es uno de los elegidos para formar parte del Concilio de Lyon I.

Sus reliquias que habían permanecido en Bruselas fueron transportadas a Chambre en 1935.