Lanzó cuatro bombas, dos sobre la Basílica del Pilar, que agujerearon el techo, una cayó en la plaza del Pilar, frente a la calle de Alfonso I, quedando hincada en el suelo, y una cuarta cayó al Ebro.
[10] Las bombas del interior quedaron destrozadas y desparramaron la trilita en tejado, vigas, entramado, etc.
El coronel afirmó en el informe técnico que «el artefacto tenía completos todos sus componentes, hallándose éstos en perfecto estado, pero los elementos del fulminante estaban montados de forma desordenada, en vez de pólvora-cebo-multiplicador, que es lo correcto, se encontraron pólvora-multiplicador-cebo.» En los Talleres Mercier se procedió el estudio, la copia y la producción en serie de las bombas, ya que los golpistas no poseían este modelo.
[10] La segunda y tercera bomba alcanzaron el templo, que solo sufrió dos agujeros en el techo.
[17] Los discursos oficiales aprovecharon este sentimiento religioso para acercarlo a su causa: hablaban de la Guerra como «Cruzada», del fallado bombardeo como «milagro».
El texto finalmente fue suavizado por la misma Junta Recaudatoria Civil de Defensa Nacional, «no hay que exagerar».
[10] Las teorías se centraron sobre todo en el hecho, poco probable, de que las bombas no estallaran.
[2][18][19] También se acusó a un tal Antonio Salueña Lucientes, apodado «Pintamantas», originario de Fuendetodos en una historia tan rocambolesca como poco creíble.
El mito al descubierto (2023) matiza tanto el relato tradicional como las teorías posteriores sobre las razones del bombardeo.
[7] Según la investigación de Pujol, el avión empleado sería un Breguet XIX y no un Fokker.
Tras escuchar la caótica situación del frente, «nervioso y molesto, se envalentonó.
Díaz Sandino parece ser que hizo oídos sordos a las acciones de su piloto y decidió ignorar todo el asunto.
[14]: 158 Villaceballos posteriormente sería ascendido a alférez por su participación en la defensa de Barcelona.