[1] La fundación de Bom Jardim está envuelta en una poética leyenda.
El poblado se desarrolló en el entorno de una capilla en homenaje a Santa Ana.
Sobre el nombre Bom Jardím (en español: Buen Jardín) hay una leyenda, según la cual el primer propietario de las tierras de la región a inicios del siglo XVIII contrató un capellán para dar asistencia religiosa a la población local.
El capellán se estableció en una elevación, un lugar lleno de árboles frondosas y lapachos circundado por un riacho.
Extasiado con la belleza del lugar, el capellán exclamó: "Este sí es un buen Jardín!